Teoría de Cuerdas encarna la hipótesis que describe el universo a través de diminutas cuerdas vibrantes.
Su estructura orgánica y dinámica sugiere una realidad en constante movimiento, donde la materia no es más que la manifestación de esas vibraciones fundamentales.
Los finos hilos amarillos que recorren la superficie del botijo evocan cuerdas que vibran en múltiples dimensiones, entrelazándose y conectándose en una danza cósmica que da forma a las partículas elementales.
Las pequeñas formas azules dispersas por la pieza representan esas partículas en movimiento, que emergen y se transforman a lo largo de su superficie ondulante.
El diseño deformado del botijo refuerza la idea del dinamismo cuántico: nada en el universo es estático; todo fluctúa, se curva y se estira bajo las leyes de la física.
La textura vidriada y brillante, junto con la disposición de sus pitorros, pretende sugerir la existencia de múltiples dimensiones, reflejando la esencia misma de la teoría de cuerdas.